FÉLIX VALENCIA
(Latacunga, 1886-1918)

 

 

AMOR TRAGICO

Por contemplar a la que amó en la vida,
delirante fue a abrir su sepultura
y al ver su faz rugosa y carcomida,
sólo lanzó un grito de amargura.

Y tomando su cráneo, estremecido,
Vertió... vertió sobre él su llanto todo,
y luego, hablándole al oído,
lo alzó y bebió las lágrimas y el lodo.

Lo que dijo el dolor de su alma loca,
nos contaran si hablaran los gusanos .
Sólo sé que otros ojos más humanos,
le vieron con el lodo entre la. boca
y el cráneo entre las manos . . .

¡UN PEDAZO DE ALMA!

Era un loco y en sus horas de locura,
ver una gota de agua era su tema,
diciendo que esa gota es el poema
eterno, del dolor y la amargura.

Y al probar esa gota ensangrentada
caída de los ojos de una bella,
sintió que en su entraña desgarrada,
brillaban otras gotas como aquella.

Y llorando y riendo !qué locura!
me dijo en su dolor ciego y sin calma,
esta gota tan llena de amargura,
¡es un pedazo de alma!

LA JORNADA DOLOROSA

Sobre un peñón altísimo y desnudo,
como la roca gris en que se asienta,
un viejo cóndor con mirada lenta,
escruta el cielo pensativo y mudo,
y el que vio altivo el huracán sañudo
y rugir a sus plantas la tormenta,
ahora presa de cólera violenta,
abrió las alas y volar no pudo.

¡Cuántas veces con trágica porfía
intentaba levantar el postrer vuelo
y otras tantas exánime caía!

Hasta que al fin, con hondo desconsuelo,
quedó sobre el peón y allí vivía,
como un dolor que mira siempre al cielo.

Como ese cóndor al mirar ya ida
la ilusión de volar, yo también siento
un profundo y amargo desaliento,
y sigo encadenado al sufrimiento,
¡Y al hacer la jornada dolorosa
por el mundo, voy lívido y sombrío,
igual que un muerto que no tiene fosa!

EN LA MORGUE

Extendieron sobre el mármol el cadáver del poeta
y aserrando el cráneo, triste presa expiatoria,
descubrieron la negruzca y ondulante trayectoria
que el veneno siguió raudo destruyéndole la vida.
Los curiosos practicantes observaron en seguida
aquel cráneo que en un tiempo soñó acaso con la gloria
y allí estaba cual brillante calcinado y hecho escoria,
semejando sobre el mármol una perla ennegrecida.

En su pecho estaba roto el corazón por el quebranto
y un gran coágulo de sangre solamente parecía,
¡Aquel que hizo al pobre bardo soñar mucho y amar tanto!

Arrancáronle muy luego con extraños bisturíes
y al tomarlo un practicante que estudiárselo quería
se deshizo entre sus manos, como lluvia de rubíes ...

A MI ALMA

Alma mía en tus horas angustiosas,
dos coronas presientes;
espera solamente la de espinas
y nunca, nunca, esperes la de rosas.

Con esperanzas locas y ambiciosas
y con sueños de gloria me fascinas ...
¡No sabes que al Calvario te encaminas,
cuando vas por las vías dolorosas!

Mas tú, soberbia siempre y siempre altiva,
nunca miras abajo cuando subes,
tan sólo ves arriba, siempre arriba ...

Y al traspasar las cumbres en tus vuelos,
eres rayo, con los rayos en las nubes,
eres astro, con los astros en el cielo...

Esas fosas dispuestas siempre en filas,
esas tumbas heladas y desiertas,
parecen ojos huecos sin pupilas,
parecen bocas negras siempre abiertas.

ERRANZA LEJANA

En vano he mostrado a los cielos una hosca mirada,
un puño crispado que, luego, más flojo ha caído;
el ave, siquiera tiene alas; el árbol un nido
y yo ni esperanza, ni anhelos, ni cantos, ni nada.

El grito que a veces se escapa se va con el viento
y lejos... la burla del eco convierte en gemido.
El mar tiene horas de calma, silencio y olvido
y yo ni descanso, ni tregua, ni fuerza, ni aliento.

Por eso, aunque hollaran mis plantas alfombras de rato
Ya nada me atrae, ya nada me gusta, ya nada me alegra;
ni canto a la aurora, ni río a la tarde, ni sueño al ocaso.

Muy triste, muy solo, a medida que el trueno retumba,
por entre las densas tinieblas de noche tan negra,
yo soy un viajero que busca posada en la tumba.

TU BOCA

Quien al sentir su corazón opreso,
no se enloquece solamente al verla,
ni en el fondo del mar hay tanta perla,
ni en ninguna otra boca hay tanto beso.

Al dar paso al encanto con que ríes
y se entreabren tus labios virginales
parecen dos capullos de alhelíes,
empapados en sangre de corales,
empapados en sangre de rubíes.

Y cuando a impulsos de hondo desconsuele,
lloras y con tus lágrimas los mojas,
tiemblas en ellos como perlas rojas,
como tiemblan los astros en el cielo,
como tiembla el rocío entre las hojas.

Si cantas, los arrullos de tu acento,
me hablan con la dulzura de ese idioma
que toca al corazón v al sentimiento,
y gime como gime el sufrimiento

y arrulla, como arrulla la paloma.
La ardiente sangre de tus labios rojos,
a beberla en los mismos me provoca.
Yo quisiera dar en mis antojos,
un mundo por un beso de tus ojos,
un cielo por un beso de tu boca. . .

ANTE UN CEMENTERIO

Callado, tembloroso, estremecido,
traspasé el negro umbral del cementerio,
donde reina el silencio y el olvido,
donde reina el olvido v el misterio.

En esas tumbas, cuántas almas muertas
encontraron su escape v su salida;
llamaron y al abrirse, por sus puertas,
huyeron a otro mundo y otra vida.

Y cuánta alma en su borde se desmaya
cuánta vida en su abismo se derrumba;
la muerte espera al náufrago en la playa,
la muerte espera al náufrago en la tumba.

Horrible abrumadora, es la jornada,
la espantosa jornada de la vida;
todo el mundo nos deja en la partida
y nadie nos espera en la llegada.

TUS OJOS

Ojos negros, nostálgicos, que yerran,
en busca del amor con que se halagan;
ventanas que al amado no se cierran
y estrellas que al ungido no se apagan.

Ojos negros, pletóricos de duelos,
que tenéis para el mal que os hace estragos.
La eterna mansedumbre de los cielos
y la eterna tristeza de los lagos.

Ojos negros, dolóricos, que a solas
veis en el llanto de tus cuencas llenas,
la eterna turbulencia de las olas
y la eterna borrasca de las penas.

Ojos negros, sedientos de ternuras,
que lleváis en el fondo de sí mismos,
el eterno fulgor de las alturas
y la eterna abstracción de los abismos.

Ojos negros, que tanto os amo y os admiro
cuando desmaye mi vida atribulada,
enviadme entre las alas de un suspiro,
la dulce caridad de una mirada.

LA GRAN MENTIRA

Cristo y judas son flores de heroísmo
y la una sombra agranda la otra lumbre;
si Cristo es grande como toda cumbre,
Judas es negro como todo abismo.

Mas los dos, por extraño fatalismo,
al predicar amor y mansedumbre,
el uno es presa de ebria muchedumbre
el otro es un verdugo de sí mismo.

Mientras tanto el Dios hombre y el suicida,
hasta hoy no pueden con sus muertes rudas
disminuir las miserias de la vida.

¡Y entre tantos horrores no se ha visto
un acto más infame que el de Judas,
ni un morir más inútil que el de Cristo!