CARLOS VILLASIS ENDARA
(Bahía de Caráquez, 1930)

UN PUÑO EN LA TIERRA

"Joven ecuatoriano muerto en el Vietnam"
Así, escueta la noticia, se publicó en la prensa.
Octubre 14 de 1965.

¡Nunca te conocí!
Ni siquiera tu nombre lo recuerdo completo.
Pudiste ser
de cualquier patria latinoamericana,
uno más de los miles que emigran al Norte
Te empujó la aventura,
el imaginar a América tatuada de caminos
que sólo van al Norte,
el creer que "esperanza" se pronuncia en inglés.
Tu corazón de pájaro
quedó aprisionado
en el ruidoso mundo de dólares y luces,
tu juventud de sueños
en los horarios de fábricas v trenes.
Tú y el tiempo
unidos
en la forzada marcha por salvar la mañana.
Tú y los sueños
juntos
en el diario tormento de construir el mundo.
Nunca supiste de política y guerras,
de geografías rotas,
de mujeres v niños doblados en su aurora.
Jamás comprendiste la libertad
matando!
Jamás aprendiste a amar
destruyendo!
Un mundo diferente se estrelló en tus pupilas,
una historia de sangre
ahogó el tiempo en tus labios
y un sol desconocido se abatió en tus entrañas.
Hoy, sólo queda escrita tu pregunta a los sueños
y queda tu mirada atrapada en el cielo.

TERRITORIO DE ESPIGAS

(De Doris Patricia a los niños del Mundo - Marzo 12 de 1966)

Ahora que el silencio
no es cómplice del sueño,
que el grito es el viajero
camarada del viento.
Ahora que la sombra
no es cobijo del árbol,
que las aves no encuentran
refugio ni en el cielo.
Este día que el tiempo
marchita la esperanza,
que se estruja la sangre
y que florece el odio,
llegas tú con tus doce preguntas,
con tu suave presencia
de espigas v de trino.
Estás aquí, y presente,
interrogando al mundo,
vibrando en tus pupilas
los tejidos del agua,
esculpiendo en la tierra
tu aventura de fábula.
Estás aquí, esperando,
tu destino de pájaro,
obligando respuestas
clavadas al silencio ...
Tú, hija mía, sumas
la arcilla luminosa
de los niños del mundo;
tú, hija mía, eres
la lluvia presentida
que abonará la tierra.

EL DIA QUE MATARON LA ESPERANZA

1968

Los cerezos brotaban del río Potómac,
en el Vietnam se abría una grieta de luz,
revolaba en el viento el eco de una voz.
Todo estaba en nosotros,
todo estaba, sabíamos, entre el amor y el miedo,
entre Marx Y la Biblia conjugaba la Historia.
La paz -paloma disfrazada-,
la traición -perro domesticado-,
el odio la consigna.
Y esa noche más negra,
más profunda,
más noche,
en la tierra del Dólar y la Bomba,
del blanco para el blanco,
del Klu Klux Klan y el odio:
salpicaron las palomas más rojas de la sangre,
descansaron la voz más blanca de las sombras,
aquietaron el paso más suave de la tierra.
Fue en Memphis
-¡recordemos!-,
en Memphis y en Dallas,
en el Sur más negro de los blancos,
que sellaron dos nombres,
fundiéronse dos vidas,
grabaron dos fechas para nuestra memoria.
Al hermano más bueno enjaularon su vuelo,
quebraron en la brisa
-con plomo-
su palabra,
segregaron con sangre los derechos del hombre
y la ira más negra retumbó sus campanas.
Al Pastor de los niños del Harlem,
de los barrios más tristes de la Nación más grande:
le quemaron las alas de su canto,
le cerraron la luz de su sonrisa,
le exprimieron la sangre.

DIAGRAMACION DEL HOMBRE CON LA TIERRA

1969

Sumando las memorias de la sangre,
los ecos removidos por el tiempo,
los puentes que entrelazan la leyenda;
tejiendo entre mis dedos la esperanza,
los pozos que la luz marca en las sombras,
mi piel;
remiendo de soles y de cruces,
de sueños que me arrastran,
de gritos.
Pronuncio el nombre elemental: ¡América!
-Continente creado para equilibrar el Mundo-,
retomo nombres que marcan con minúsculas
a la tierra,
a los pueblos,
al hombre.
Descuaderno con mis dientes la Historia,
empapelo la tierra con sus rojas palomas
y vertical me planto en mis raíces
con el mensaje del hombre solidario.
Nací en América v soy de toda América:
del trópico, y
del páramo,
de la selva v el río;
me riego por la tierra a madrugarle al trigo,
a remover las rosas de fango del suburbio,
a contar agujeros en la red sumergida.
Soy el Hombre de América,
de y todos los confines confluyen las palabras
a esta dura y loca geografía infinita,
para sentir la vida
mirarla pequeñita crecer como los Andes,
con dos grandes océanos
poderosa y altiva-
salirse de los párpados.
Estrecho entre mis brazos sus comarcas cercadas,
el triángulo asexuado de su cuerpo;
recorto al día con mis pasos de siglos,
la geométríca desproporción de sus horarios,
con la fe insobornable del arado en los surcos,
del crucigrama líquido que juega con los árboles.
Despierto los soles subterráneos,
las flores minerales,
que descansan al fondo de su extraño martirio;
aromo el aire
con la vegetal tortura del pan encadenado,
del cielo enflaquecido en el olvido.
que entrelazan a América como larga memoria,
Mi búsqueda
es la búsqueda de las manos anónimas
resbalando v subiendo
en oleadas que marcan la protesta,
los puntos cardinales donde brota la vida,
el impulso telúrico que crece en el banano,
se encarcela en la caña de azúcar
y en todo lo que el hombre
se nutre de la tierra,
transporta en las espaldas desnudas de los ríos,
remonta las tortuosas dimensiones del Mundo,
y sólo quedan sueños:
los niños yo la aurora,
un hueco entre las manos
y una mala palabra cruzada en la garganta.
Es América
un cuento infantil que nos repiten,
una misma lección que nos imponen,
un ritmo militar que marcan los tambores.
Es nada y es todo,
de todos los lugares
-cayendo y, levantándose-
los pueblos se hacen hombres.
La herencia,
nuestra herencia unitaria:
los gritos y los puños,
la mujer que amamanta su angustia con rocío,
el minero que silencia su cuerpo con la noche,
el indio que mantiene inmutables los días.
Suma y resta
del hombre con la espera,
midiendo las fronteras de su sombra,
royendo el silabario de su sangre.
Dialoguemos,
América,
con esta rebeldía
de ver nacer la aurora por todos los caminos,
de sentir,
de sentirnos prisioneros del odio
que nos muerde la risa,
nos clava en el vacío ritual de las costumbres,
nos marca diariamente.
Unamos la semilla,
la canción desmedida del hambre,
la fértil ecuación del amor.
Multipliquemos todo:
el pan y las cometas,
las letras v el arado,
la canción y la luz,
el ayer empaquemos como simple recuerdo,
recortemos las manos y miremos al sol.
¡América!,
entonces,
¡nos sentirás crecer!