CESAR ANDRADE Y CORDERO
(1904-1987)

CARNET DE LA EMIGRADA

Mujer blanca y dorada, bella mujer ajena
De ojos bálticos que abren un fiord de azulidad:

Tu paso en la epidermis de la angosta callejas
Va dejando de un eco wagneriano el compás.

Musical y fragante cual la brisa de Viena.
Mujer, cielo de Holanda: toda flor de cristal.

Mujer blanca y dorada, bella mujer ajena:
Tienes la geografía que anhelo mi ansiedad.

En el barco que trajo tu pregunta de niebla
Se marchó tu sonrisa sazonada y frutal.

Mientras pasas, por eso, seria, firme y ligera
Frente al gesto mohino de mi clara ciudad,

Los tejados mestizos te resbalan su venia
Y, por verte, a la tapia se encarama el rosal.

Espiga rubia, abeja que, encerrada, golpea
De mi cielo nativo el cerrado vitral:

Cuando el jardín propicio, con sus flores amenas
Para tu hondo abandono te da un banco de paz,

Este potro criollo de mi carne morena
Se encabrita, queriendo por tu nieve trotar.

Mujer blanca y dorada, bella mujer ajena
De ojos bálticos que abren un fiord de azulidad,

Como un pájaro loco tu rubia cabellera
Va piando en tus hombros los compases de un vals.

Eres la ola perdida que alcanzó mucha tierra
Y se fue playa adentro con un son de oquedad:

Por eso hallas volcanes bajo todas las piedras,
Aunque tus ojos tengan todo el desdén del mar.

JARDIN

Cae un viento de Agosto. Todo, todo está muerto.
Adiós los naranjales de Mayo. Adiós los troncos
Azules que metieron raíces en tu cuerpo.
Hebra de sol tañida, junco de miel sonora,
Rubio insecto de música, tu voz ya no aletea.
Te marchaste en la brisa que sopla mis canciones,
Petalillo de ausencia, corola de silencio.
Jardín. Fuiste el jardín con ventanas celestes
Y con nubes corridas sobre lo alto del tiempo.
Viento negro, absoluta crecida mariposa,
Mi capa hizo caer la noche entre tus senos.

¿Dónde están los bejucos de los dedos, las raíces
De las manos, la rama cerúlea de la aorta,
El musgo de los plexos azules, la desnuda
Playa de la mejilla, el seto de. los dientes,
El tapial florecido del mentón, la miel ebria
De los labios, la abeja de! suspiro, los tallos
De la trenza, el cautivo canario de las manos,
El almíbar redondo de la córnea, el molusco
De la oreja, la almendra del hoyuelo y el polen
De la peca, el pocillo musgoso de las sienes,
La curvosa varita de las cejas de fieltro,
La nocturna glorieta de la nuca, la esquina
De los hombros, el límite nebular de los senos,
El ombligo en saturno y la órbita del vientre,
Comba de luz y huerto de las constelaciones?

Te marchaste en la brisa que sopla mis canciones,
petalillo de ausencia, corola de silencio.
llevabas golondrinas amigas en los ojos
Y el beso que se esponja como los tordos jóvenes.
Hebra de sol tañida, junco de miel sonora,
Rubio insecto de música, tu voz ya no aletea.
Viruta de tiniebla, crecida mariposa,
Mi capa hizo caer la noche entre tus senos.
Oyeme en la alta noche. En la lluvia. En la gota
Nocturna que pronuncia las sílabas del agua.
Cae un viento de Agosto. Todo, todo está muerto.
Adiós los naranjales de Mayo. Adiós los troncos
Azules que metieron raíces en tu cuerpo...