ALFONSO MORENO MORA
(1890-1940)

ELEGIA DEL CICLO TRAGICO Y VULGAR

Mamó leche de penas, creció en el sobresalto
del pan que ya se acaba; pasó por un invierno,
esos fríos inviernos de lágrimas y, falto
de ritmo, una mañana, desvióse a lo eterno.

La madre, como todas las madres de la tierra,
lloróle al pobre niño lágrimas dolorosas;
luego, todo como antes: el corazón en guerra...
sombría la vivienda y en desorden las cosas...

Sólo que, a los dos meses, un nuevo ser había
en la abrigada celda que el niño nueve meses
habitó sin cuidados y sin melancolía...

Sacaron los pañales por otra vez y en años
prolíficos y duros de crueles desengaños,
la misma escena trágica sucedió muchas veces.

ELEGIA DEL DESEO

Subimos la colina... Era la vida
que cantaba a compás de viento y fronda,
a pesar del crepúsculo y de la honda
soledad de la tierra anochecida.

En mis hombros su brazo, distraída
miraba de luciérnagas la ronda;
mi mano descansaba en su redonda y
mórbida cadera endurecida.

A la máxima luz de las estrellas,
por un mismo deseo arrebatados
confundimos suspiros y querellas...

y al sentirnos por Eros atraídos,
como caen dos álamos tronchados,
caímos en los céspedes mullidos...

ELEGIA DEL AMOR QUE YA HABÍA MUERTO

Ven a escuchar el canto tedioso de las ranas...
Su voz no sé qué tiene para mecer la pena;
trae acá la butaca, corre bien las ventanas
y estaremos sentados en la noche serena.

A veces se oye un pájaro cantar entre las ramas;
si en esta noche canta, dime tú lo que quieras
que el canto signifique... ¿Preguntaré si me amas...?
¿Si he de morir primero, antes que tú? ¿Quisieras...?

-Mejor, que sea eso lo que el canto nos diga;
mas, sabe, estoy seguro de tu amor, yo no dudo:
entre todas has sido tú mi mejor amiga,

la única, la única que me ama y me alegra...
y pasamos sentados frente a la noche negra,
y el pájaro en las ramas pasó esta noche mudo...


LUNA NUEVA

Albean los apriscos bajo la noche bruna
igual la vía láctea sobre el azul sombrío,
que rayan los meteoros y copia la laguna
mientras las epidermis retrogradan de frío.

En fatigosos círculos el campo mide una lechuza;
en la hondonada a ratos se oye al río
y, evocación funesta, la amable, clara luna
parece una guadaña suspensa en el vacío.

Da miedo tanta calma, tanta estática sombra...!
El recuerdo de un muerto pasa hollando la alfombra
de los nervios que se hunden bajo sus pies huesosos,

y como si es que hubiera un sanatorio cerca,
la tos de los apriscos y la luna en la alberca
evocan el suplicio de los tuberculosos.

RECUERDO

Mis veinte años líricos te hicieron la corte,
tú les sonreíste con divina gracia,
y ellos por la gracia de tu aristocracia
fueron palaciegos de exquisito porte.

Fue entonces cuando hubo cien rosas abiertas,
cien cálices llenos de vino escarlata,
cien cóndores jóvenes, cien guzlas de plata,
cien trompas sonoras, cien arcos, cien puertas.

Fue entonces...! Hoy día, desde mi abandono
va a ti mí recuerdo sin sombra de encono,
recuerdo que aroma las salas desiertas...

Sólo tu memoria, mujer, no me hastía,
y siendo imposible hoy eres más mía
que entonces cuando hubo cien rosas abiertas...